LA CHACRA
Las tomas de tierras de Andahuaylas en 1974, fotografiadas en esta muestra, fueron el resultado de la movilización masiva de los campesinos de la provincia y lograron finalmente la recuperación de tierras a manos de los campesinos. Se trataba de uno de los últimos actos de la lucha peruana por la tierra para cerrar esa pavorosa historia que comenzó con el Tratado de Tordesillas de 1494, solo dos años después de la llegada de Colón, cuando en nombre de su dios, Rodrigo de Borgia, el Papa español Alejandro VI, regaló a los reyes de Portugal y España y a sus conquistadores en dueños de los mares, tierras y habitantes de América. Gracias a esa bárbara decisión, los españoles y portugueses se convirtieron en señores dueños de tierras, de esclavos y de indios, y los verdaderos dueños de esas tierras fueron reducidos a la subhumana condición de siervos y esclavos.
Con la reforma agraria decretada por la Confederación Campesina del Cusco en 1962 por iniciativa de los arrendires de la provincia de la Convención comenzó un vasto proceso de transformación social y política. Con la ley de reforma agraria del gobierno militar (1969) se generalizó la redistribución de tierras en todos los Andes, en la Costa y en algunos lugares de la Amazonía.
En 20 años se produjo la desaparición de la clase terrateniente servil y de los siervos de hacienda.
La transferencia de once millones de hectáreas de tierras peruanas de manos privadas a cooperativas, a comunidades y a beneficiarios individuales, desembalsó graves tensiones sociales acumuladas en cuatro siglos de historia, y abrió diversos cauces para que el país comenzase a descubrir algo de la frustrada promesa de democracia anunciada en la independencia de España, en 1821-1824.
Rodrigo Montoya Rojas