ATARAXIA

ANA OSORIO - XABI GRACIA

“Ataraxia” es vocablo de origen griego que significa “imperturbabilidad”

Concepto fundamental para epicúreos, estoicos y escépticos, que ha sido el elegido por dos artistas que buscan, cada uno por caminos personales y diferenciados, expresar su condición hoy, como resultado de la dolorosa, inevitable y avasalladora experiencia de una pandemia que demanda una nueva mirada reflexiva sobre la condición humana, los planteos de enfrentamiento ante la propia fragilidad, el encuentro con un silencio abrumador y sonoro.

Y es bajo esta premisa que para quienes solo somos los destinatarios de esta desnudez generosa, se presenta la realidad de una extraña paradoja.

Si bien la “ataraxia” nos indica la calma, la tranquilidad mediante la ausencia de deseo innecesario y triunfo sobre el miedo, nos entregan con sus obras, una materialización de la acción decidida. No hay en estos conjuntos, tan distintos y a la vez tan estrechamente complementados en su ruta y propósito, ningún atisbo de imperturbabilidad, indiferencia o insensibilidad. Contrario a este plan sugerido han emprendido una intención de alerta y una expresión dolorosamente abierta.

Ana Osorio encuentra en una abstracción informalista, apoyada en las posibilidades técnicas (el uso de cemento, cola, elementos pictóricos y elección cada vez más amplia hacia el gran formato) el instrumento válido para crear estos palimpsestos de las heridas, las caídas y recomposiciones que han llevado al aislamiento (todos son aparentes muros) a una soledad impuesta como realidad, una ausencia física del otro aunque reconociendo su existencia hermana.  Estos muros  que  por estilo nos remiten al informalismo auroral de Jean Faultrier (*) han resistido, resisten, a pesar de las grietas centrales, profundas y protagónicas que los hieren e interrumpen. De ellas surge algo inesperado: el color. Un estallido vital o un gesto desafiante.  Un escape o una orgullosa  y terca presencia.

Tomando otra opción, otra ruta para la misma meta, Xabi Gracia elige la materialidad de la figura humana.  Y postergando el cuerpo, busca en las posibilidades del rostro, el compendio que atienda lo esencial- (**)

Rostros que marcan esta intencionalidad en la  expresión hierática, cercana a la máscara mortuoria o al dormir apacible, con una ambigüedad  que la  carencia del gesto destaca, sin identificación expresa de género, edad o situación activa. Solo los ojos hablan a través de su silencio. Protagonistas de un enigma que propone la reflexión. Vida o muerte, indiferencia o sueño, evasión o resignación. Muchas posibilidades o ausencia de designio. Algunas interpretaciones sindican al rostro humano la perfecta manifestación del mundo visible. Y en tal caso, la simbolización del hombre frente al cosmos.

En esta galería enigmática y a la vez audaz en su aparente seriación sin propósito claro, Xabi García se vale de los ojos cerrados para sugerir una introspección que retrae y sumerge a las profundidades de la propia existencia, algunos rostros conmovedores, otros lejanos y asimilables a épocas y espacios remotos, otros ajenos y fascinantes, por algún aditamento extraño.  Y la sorpresa la traen los ojos abiertos sin expresión complementaria.  Ni estupor ni advertencia… Es la interrupción de la huida y la valentía de enfrentar.  El torso en actitud de ascenso pareciera una ayuda a la posibilidad de un futuro distinto al que acceder despojando el cuerpo de todo atavío.

Dos artistas que comparten vida y conservan sensibilidades independientes y también, en la obra, opciones válidas y profundamente sinceras. A todo esto agregar que la ataraxia del rótulo se convierte en la generosa  entrega de una confesión visual que enfrenta la inercia de una insensibilidad, una imperturbabilidad no deseada.

La respuesta está en nosotros, espectadores agraciados.

Elida Román

(*) “…su tendencia a las formas chorreantes, indeterminadas, en propagación, que sugieren un movimiento denso, fangoso, como el de la lava al avanzar. Es una textura fluida, exponente de un derrame petrificado…”  (“La obra de Jean Fautrier”, en J.E.Cirlot, “Pintura Contemporánea”, 1963, Ed. Seix Barral, Barcelona – pg.229)

(**) “…Con su forma redonda, la cabeza es un recipiente de transformación y totalidad, equiparable al alambique alquímico, un microcosmos del universo esférico; tanto alfa como omega, principio y fin, (…) simboliza el recipiente y la sustancia  de las eternas recreaciones de la vida.” – “El libro de los símbolos”.Ed.K.Martin,  2011, Taschen GmbH, Koln, (pg.340)

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