ROSA ANGÉLICA "MOCHA" GRAÑA

LIMA,1909-2003

En esa época, eran muy pocas las mujeres que iban a la universidad. Y esto también se dio en la familia de Mocha: todos los hombres estudiaron, pero las mujeres no. Pero Mocha tuvo el talento e ingenio de llegar a donde llegó, de forma autodidacta.

Patricia de las Casas, sobrina-nieta

Conocí a Mocha a mediados de 1981, cuando iniciábamos la preproducción de Ojos de Perro. La película ocurría en 1920 y requería un cuidadoso trabajo de vestuario. Lucho Peirano me recomendó hablar con ella, así que fui a visitarla a su bella casa, estilo Tudor, en la avenida Salaverry. Ella era toda una institución y yo no tenía experiencia alguna. Llegué con cierto temor, pero su sencillez y amabilidad lo hicieron todo muy fácil. Recuerdo que teníamos más de veinte vestuarios distintos. Nos alcanzó bocetos de cada uno y nos hizo propuestas para no encarecer su trabajo. Todo fue muy profesional. Fue un placer trabajar con ella. 

Alberto ‘Chicho’ Durant, director

Recuerdo con afecto y admiración a Mocha Graña, una pionera en el diseño artístico en nuestro medio. Cuando hice mi primera película, Muerte al amanecer, prácticamente no se hacía cine en el país y Mocha fue una guía en todo el tema de arte. Con paciencia y talento, su aporte resultó inestimable para el éxito que tuvo la película en su momento.

Francisco Lombardi, director

 

Rosa Angélica “Mocha” Graña Garland fue la sexta de siete hermanos. Su padre, Francisco Graña Reyes, fue un reconocido médico y activo promotor del arte y la cultura. Su madre, Enriqueta Garland Roel, se dedicó a su familia y al servicio social voluntario. 

De joven, Mocha fue testigo de la filmación de La Perricholi (1928), largometraje dirigido por Enzo Longhi y  producido por su padre, amigos y familiares suyos. Sus  tías María y Corina “Coco” Garland  participaron en el vestuario de la película de manera tangencial, y las locaciones incluían su propia casa (Carbone, 1991). En 1929, Mocha viajó a España acompañando a su padre, a la sazón Presidente de la Comisión Peruana de la Exposición Iberoamericana en Sevilla, donde fue testigo del estreno europeo de La Perricholi.

A su regreso, Mocha, Coco Garland y Elvira Miró Quesada se unieron a la Asociación de Artistas Aficionados (AAA), en cuyos montajes y espectáculos Mocha hacía de todo: actuar (cosa que no le gustaba mucho), barrer, colgar cortinas y planchar. Un día le dijeron “ocúpate del vestuario” y ella se ocupó, encontrando así la vocación de su vida. 

Durante años Mocha fue la responsable del vestuario de todas las obras y espectáculos producidos por la Asociación. Cuando sus miembros decidieron aventurarse en su primera y única producción en largometraje, La Lunareja (1946), Mocha no dudó en aceptar la responsabilidad, diseñando todas las vestimentas de la película y convirtiéndose en la única mujer en una jefatura de área detrás de cámaras durante los primeros treinta años del cine sonoro en el Perú. La Lunareja fue el primer largometraje peruano estrenado en el Cine Metro, con el beneplácito de la prensa,  logrando además recuperar su inversión (Carbone, 1991).

Aunque su trabajo posterior se concentraría sobre todo hacia el diseño de modas y el vestuario de teatro, Mocha seguiría activa en el cine. En 1966 formó parte del equipo peruano de la producción alemana El Legado del Inca, y fue responsable del vestuario de las primeras películas de Francisco Lombardi, Alberto “Chicho” Durant y Augusto Tamayo. 

Para Mocha, el vestuario era un vehículo para contar historias y un instrumento que le daba vida a los personajes. Quienes la conocieron dan fe de su empuje, su espíritu artístico y su extraordinaria creatividad. Podía trabajar con materiales poco convencionales, exagerando formas y volúmenes. Como buen artista autodidacta, amaba investigar para cada proyecto a profundidad,  supervisando la confección de cada prenda al milímetro. Fue la única de sus hermanos que decidió no casarse, prefiriendo dedicarse a una profesión entonces poco reconocida. Mocha fue, sin lugar a dudas, una de las diseñadoras peruanas más importantes del siglo XX.

En el 2003, la Municipalidad de Lima le otorgó el Premio Minerva en el Día Internacional de la Mujer, por su trabajo en la preservación y difusión de la tradición y la cultura peruana. Poco antes de cumplir noventa años, fue condecorada por la Cancillería Peruana con la Orden al Mérito por los Servicios Distinguidos.

FILMOGRAFÍA (1946-1992)

VESTUARIO

La lunareja (1946). Largometraje, ficción. Dir. Bernardo Roca Rey.

El Legado del Inca (1966). Largometraje, ficción. Dir. George Marischka.

Muerte al amanecer (1977). Largometraje, ficción. Dir. Francisco Lombardi.

Cuentos inmorales. Episodio Mercadotecnia (1978). Largometraje, ficción. Dir. Augusto Tamayo. 

Cuentos inmorales. Las aventuras de Mercurio (1978). Largometraje, ficción. Dir. Augusto Tamayo. 

Ojos de perro (1982). Largometraje, ficción. Dir. Alberto Durant.

Taxi (1984). Cortometraje, ficción. Dir. Rodolfo Pereira.

PARA SABER MÁS

Bedoya, Ricardo (1997). Un cine reencontrado. Diccionario ilustrado de películas peruanas. Universidad de Lima.

Bedoya, Ricardo (2016). El cine sonoro en el Perú. Universidad de Lima. 

Carbone, Giancarlo (1991). El cine en el Perú: 1897-1950. Testimonios. Universidad de Lima. 

Revista Cosas (2017). Mocha Graña, la primera diseñadora de modas del Perú

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