Cada una de mis experiencias formativas en dibujo, pintura y escultura dejó una huella indudable y permanente en mi proceso creativo, a la vez de avivar mi inquietud por indagar en otros medios como el diseño gráfico, la pintura digital y el ensamblaje. De este modo, cada experiencia técnica se fue incorporando a la nave de recursos a la cual recurro hoy para ejecutar propuestas pictóricas, escultóricas y de diseño.

Tal vez mi aproximación a las artes plásticas como alumna libre explique la libertad con que abordo a mi creación visual. Una línea figurativa de calidad ilustrativa y gráfica, con otra pictórica no figurativa de carácter hondo, fuertemente matérica y a la vez, una propuesta de naturaleza escultórica que integro y que, incluso, conduzco al campo del diseño. Aparentemente, son los materiales que ofrece cada disciplina los que me incitan y ponen a prueba mi inventiva.

En el dibujo a tinta, por ejemplo, detallado y realizado con los ojos literalmente a un palmo del papel, configuro un imaginario en el que se encuentran y des encuentran personajes humanos y zoomorfos que parecen haber escapado de las páginas de un relato.

En mi pintura reciente, en cambio, salta a la vista la ejecución energética y a distancia del soporte, generando un quiebre en el orden de las cosas, dejando los signos de esa batalla por conceder significado a la materia, y dando un giro en busca de la imposibilidad, sin frenos ni fronteras, y en la composición aparece una decantada vivencia de lo urbano, evidente en el planteamiento de espacios interiores y exteriores, y en esa suerte de arquitectura en tonalidad vibrante en cuyos entresijos asoma el gris del asfalto, cemento o cielo de Lima.

Y en cuanto a mi propuesta tridimensional, construida por esculturas, objetos de madera y ensamblajes polícromos, es evidente que allí converge todo lo experimentado y en donde asoma, también, mi creación de universos internos y de ficción.