Antiviral: videoarte peruano reciente es un censo mínimo y visiblemente parcial del videoarte peruano reciente. La muestra reúne las exploraciones en video de nueve artistas, nacidos entre 1973 y 2001, con acercamientos enormemente diferentes al medio. No solo en términos de técnica, recursos visuales, preocupaciones temáticas, sino de su familiaridad con el video. Hay quienes vienen trabajando sistemáticamente en el medio, y hay artistas que comienzan a explorar sus posibilidades.
Los y las artistas participantes conforman un grupo diverso cuyo trabajo sigo activamente. Conozco la obra de algunos y algunas artistas a través mi labor docente, como es el caso de Kinshiro Shimura, Lucía Beaumont y Vanessa Karin. Por otro lado, hay artistas como Valeria de Carlo y Bruna Denegri cuya obra descubrí gracias a Instagram. Y en el caso de Nuria Cano, Tomás Orrego, Paola Vela y Alejandro Hernández, conozco sus trabajos por el circuito de exposiciones local.
La idea de esta exposición surgió en el contexto de la cuarentena por coronavirus. En ese sentido, su formato online puede entenderse como una adhesión al auge de las exposiciones virtuales que trajo la pandemia. Pero también responde al creciente uso de los medios digitales que las cuarentenas iniciales demandaron, algo claramente visible desde la docencia que fue obligadamente online durante 2020.
Es por ello que la exposición reúne artistas que participaron de esa nueva experiencia pedagógica (como es el caso de Lucía Beaumont y Kinshiro Shimura) y otrxs que aunque tienen una práctica conocida de taller (como Nuria Cano y Alejandro Hernández, con varias exposiciones de pintura en su haber), están experimentando con el video como un recurso plástico y narrativo. Asimismo era clave tener artistas con un interés sostenido en el medio (como Paola Vela y Tomás Orrego) y otras artistas con una cercanía vital a las plataformas online y las imágenes digitales (Vanessa Karin, Bruna Denegri, y Valeria de Carlo). De esta manera se configuraba la idea de un “censo” (con comillas, obviamente, dada su arbitrariedad y parcialidad) del videoarte local reciente.
Este escenario signado por el Coronavirus llamaba a pensar en algunos de sus efectos en la producción artística. Al título de la muestra, “Antiviral”, subyace tanto una fantasía apotropáica, como un guiño al tiempo en el que hemos estado recluidos frente a una pantalla consumiendo contenido viral.
En algunos casos, algunas obras abordan directamente esas reflexiones sobre la coyuntura reciente. Tal es el caso de Rapaz (2021) de Lucía Beaumont, quien explora la capacidad evocativa del sonido en una pieza de gran complejidad sonora y una austeridad visual con sentido conceptual, en la que apela a la memoria y la experiencia de aislamiento en el contexto de la pandemia. Nuria Cano también aborda el encierro, la ansiedad y el clima de alienación que ha significado la pandemia en Faceless (2021), articulando imágenes de gran carga expresiva con testimonios grabados. Otra artista que también trabaja a partir de su experiencia del encierro es Valeria de Carlo, quien en En mi cuarto..*^.^* (2021) habla sobre la intimidad doméstica desde la perspectiva de la propia habitación por medio de una propuesta lúdica, basada en el “stopmotion” y el uso de miniaturas.
Por su parte, Kinshiro Shimura aborda nuestra actual vida tecno-dependiente en Can’t get enough (2021) con un trabajo basado en una técnica tradicional (dibujo sobre papel) y con una estética de guiño barroco propia del tenebrismo del siglo XVII. Historia del Perú (volumen extra) (2021) de Alejandro Hernández plantea un comentario crítico sobre la coyuntura nacional, pero atendiendo a las continuas crisis políticas, económicas y sociales que vivimos en el Perú desde hace largas décadas, registrada por los medios. Paola Vela también trabaja en clave narrativa en Travesía (2019), creando un diario de viaje por la selva peruana, en el que texto, imagen y sonido se articulan de modos sofisticados en clave cinematográfica y con un sentido marcadamente poético. Las hormonas del sueño (melatonin_mix_01) (2021) de Tomás Orrego es un collage videográfico, con una narrativa más bien oblicua y enigmática formada en base a símbolos visuales reiterados y libremente asociados, como una apelación al inconsciente.
Si bien Bruna Denegri apela nominalmente al inconsciente (vía la pesadilla), Pesadillas y parálisis del sueño (2021) busca dar cuenta de la muy real experiencia del acoso que viven las mujeres en esta sociedad violentamente patriarcal, contrastando escenas turbias con coloridos dibujos de corte lúdico. Vanessa Karin también se enfoca en las dificultades que supone el contexto social para los vínculos sexo-afectivos entre mujeres en Diferente querer (2021), resaltando la búsqueda del placer fuera del horizonte del amor romántico de larga duración, que el heteropatriacado tradicionalmente ha venido exaltando.
En cierta medida, las incursiones en el video de este grupo de nueve artistas da cuenta de la vigencia del medio y su expansión, pero sobre todo, la diversidad de enfoques en juego apuntan a anular todo sentido de movimiento o incluso moda alrededor de la videocreación. Lo que subyace a esta búsqueda no es un interés por la tendencia, sino un acercamiento a esa otra “nueva normalidad”, que no es la del Covid-19, sino la de una vida que es tan real online como offline y que transcurre igualmente dentro y fuera de la pantalla.
Max Hernández Calvo