Pero a pesar de la gran participación femenina, la presencia masculina siguió siendo mayoritaria: el número de hombres que trabajó durante el periodo de vigencia de la Ley 19327 fue alrededor de mil, casi tres veces más que el de las mujeres. A medida que las producciones aumentaban, y las mujeres asumían mayores responsabilidades en todos los niveles de producción, empezó a hacerse patente la división sexual del trabajo detrás de cámaras. Entre 1972 y 1992, los roles con mayor participación femenina fueron aquellos vinculados a la logística, el cuidado, el apoyo y el soporte, de menor prestigio y notoriedad: producción, script, maquillaje, guión, dirección de documentales, asistencia de dirección, edición y vestuario. Las jefaturas con mayor participación masculina eran, en cambio, aquellas con mayor reconocimiento y mejor remuneración, vinculadas a la creación y al liderazgo (dirección de fotografía, dirección de noticieros, dirección de largometraje de ficción), así como al manejo de tecnología (iluminación, cámara y sonido).