Tecnonecromancia y Cyborg n°3
aborda la muerte y el duelo, temas que decidí desarrollar dada la cantidad grotesca de fallecimientos que se dio por la pandemia de Covid-19, así como la muerte de mi madre debido al cáncer. En esta instalación trabajo la búsqueda de la (posible/añorada/utópica) fase del “postduelo”. Y es que, lamentablemente, la emergencia sanitaria de ese entonces limitó el desarrollo de las ceremonias funerarias, lo cual hizo que poder procesar el duelo se nos hiciera mucho más difícil, como sociedad y como individuos. Yo declaro que es necesario tener un espacio para poder hablar del tema.
Como propuesta estética (y terapéutica) intento visibilizar al “fantasma” del duelo mediante una serie de “cyborgs en relicarios”, de tamaño pequeño y encima de una mesa de acero, que buscan asirse a recuerdos distorsionados. Dichos recuerdos encapsulados se manifiestan en fragmentos orgánicos que sugieren partes de cuerpos (como el tórax, huesos, órganos, ligamentos, etc.), intervenidos con elementos clínicos como mangueras, alambres y silicona. Este es el “Cyborg n°3”, o “Cyborg necromántico”, un híbrido tecnológico por el que es necesario transitar para poder atravesar el duelo y, finalmente (o idealmente), poder dejar ir a quien ya falleció.
En el centro de la instalación se aprecia una “x” translúcida en cuyos brazos reposan cuatro versos del poema tanatológico “Aceptar lo inevitable”, escrito por mí. Este suena de manera repetida, con diversas voces y objetos sonoros intervenidos. A los lados están los dibujos, los cuales desarrollan el mismo tema de los “cyborgs en relicarios”, pero desde una perspectiva más cruda, inmediata y sucia. Todos los cables y mangueras apuntan hacia un “arriba” metafórico. Con todo ello, se busca generar la sensación de estar en un laboratorio, y a la vez, en medio de una práctica ritual.